Pescando en las proximidades de Esquel

Reservorio de grandes y exigentes capturas

Luis Kurz.

Con motivo del inicio de temporada de salmónidos e invitados por la Secretaría de Turismo de Chubut viajamos a esa localidad para relevar dos de los excelentes pesqueros que ofrece la provincia. Acá estamos entonces, para compartir junto a los demás socios, nuestra experiencia en esas salidas de pesca en estos ámbitos, por los buenos peces que ofrecen, esquivos, que exigen al pescador lo mejor de sí, de su equipo y su acecho.

Volamos a Esquel por la mañana, una vez alojados hicimos un primer paseo al recorrer la estación de piscicultura del arroyo Baguilt, ubicada a 50 kilómetros sobre la ruta nacional 259.

Nos contaron allí que sus instalaciones se renovaron hace dos años, con lo que mejoró su capacidad de producción de alevinos de arco iris, marrones y fontinalis, que alcanza a 3.000.000 de ovas.

Sin dudas, un esfuerzo para ser preservado y potenciado.

Nuestra experiencia en la Laguna Larga.

Muy temprano pasó a buscarnos Richard Williams, excelente guía y responsable del “Sendero Lodge” en Trevelín, para conocer nuestro primer destino de pesca. Recorrimos un serpenteante camino de montaña hasta que desembocamos en este paradisíaco lugar a 57 kilómetros de la ciudad de Esquel, poblado de truchas marrones de muy buen tamaño.

Su estructura y características, definidas por la profundidad de sus aguas y los montes costeros de ñires y lengas hacen prácticamente imposible encontrar un lugar para vadear, de allí la importancia de contar con una embarcación o un belly boat. Tengamos en cuenta que está permitido el empleo de motores a explosión de bajo caballaje, siendo prohibida la pesca en la modalidad trolling.

Este espejo tiene numerosas bahías y ensenadas pobladas de troncos sumergidos que son un refugio ideal para las truchas. Teniendo en cuenta que estábamos a principio de temporada y que no veíamos eclosiones, nuestro guía nos recomendó armar una caña 6/7 con línea de hundimiento y tippet 0/1X. Por la tarde una vez que levantara un poco la temperatura intentaríamos pescar a flote.

Richard dirigió la balsa a una bahía alejada para volver luego pescando. Mientras navegábamos até una Zonker de color negro. La técnica era lanzar lo más cerca posible de la costa, dejar que profundice, y luego recoger cambiando el ritmo del strip, uno largo y a continuación dos o tres cortos.

Los piques se daban cuando el engaño pasaba lo más cerca posible de los troncos sumergidos. Sacamos varias marrones de muy buen peso. Las capturas rondaron los 2 kilos, aunque en el pesquero resultan frecuentes ejemplares de 3 kilos. El día se mantuvo frío y no vimos actividad en superficie, por lo que quedó pendiente para otro viaje la pesca con mosca seca. Las moscas que mejor anduvieron fueron Matuka, Wooly Bugger y Rabbit, en colores negro, marrón, rojo, verde, y estos mismos combinados.

Laguna Willimanco

A pocos kilómetros de la ciudad de Esquel se encuentra este particular espejo privado al que para pescarlo hay que pedir la llave en la estación gasolinera que está próxima a la tranquera de acceso.  Al llegar encontramos una costa de poca profundidad con mucha vegetación y a continuación un profundo veril. Esta característica permite una gran concentración de alimento en zonas con abundante luz solar pobladas por algas y juncos. No es raro ver las truchas a resguardo de los juncos, en los limpiones que se producen entre ellos. En estos playones se hace frecuente ver truchas arco iris patrullando en busca de alimento. Se manifiestan sumamente desconfiadas y resulta un verdadero desafío pescarlas en estas condiciones.

Nos esperaba Esteban Oszust, reconocido guía de la zona. Al llegar nos encontramos con una agradable sorpresa: tenían armadas dos balsas para no circunscribir la pesca sólo a la costa y poder explorar sectores distantes a los accesos más frecuentes caminando. Apenas comenzamos a navegar armé una caña 7 con línea Outbound de 275 grains y le até una Wooly Bugger bien voluminosa en colores oscuros. Los primeros casteos los hice superando el veril y dejando que profundice, convencido que “la trucha” estaría ahí.

Pasaron los minutos y no tenía ninguna respuesta, mientras que Aníbal, mi compañero, se entretenía pescando buenas arco iris con ninfas e indicador de pique.

Esteban, a quien conozco desde hace muchos años, captó mi desazón y comentó como al pasar “a veces moscas chicas dan buenas truchas”; luego de más de una hora sin obtener un pique decidí no dejar pasar la frase de Esteban y sin más demoras cambié de equipo y estrategia. Intuí la sonrisa de nuestro guía al verme desarmar frenéticamente mi caña y optar por una 6 con línea de flote y leader 3X. Sin mediar palabra, abrió su caja de moscas y me extendió una Pheasant Tail lastrada en anzuelo 14 que até al gap de una Stimulator que utilicé como indicador de pique con anzuelo cerrado para no espantar a las truchas al caer al agua. Con este equipo comencé a pescar con algún desgano pensando que las buenas seguían estando en la profundidad.

No habrían pasado más de 20 minutos cuando Esteban me indicó que un buen ejemplar estaba ingresando de la profundidad al playón. Tomamos un rumbo casi paralelo con el objetivo de acercarnos lentamente al pez. Cuando nos pusimos a tiro me indicó que lance. Hice un gran esfuerzo por serenarme y castear muy suavemente para no golpear el agua. La mosca llegó bien de manera que la trucha no se espantó, pero pasó lentamente junto al engaño ignorándolo por completo. Volví a castear y esta vez presenté el engaño a unos 3 metros por delante de la trucha. La vi acercarse lentamente y sin variar el ritmo pasó junto a la mosca. Pensé que la había perdido, y estaba a punto de levantar cuando escuché a Esteban que me decía que me mantuviese atento. El pez, repentinamente, cambió de rumbo y regresó directo a la mosca. Sentí fuertes latidos en el pecho y las sienes. A partir de ese momento la tensión y la atención de toda la tripulación estaba puesta en el indicador de pique. Lo único que miraba era esa mosca que flotaba mansamente sobre el agua. De golpe comenzó a desplazarse y hundirse lentamente. El grito de… ¡clavala! cortó el aire, al tiempo que afirmaba el pique. Apenas comenzó la corrida sentí que del otro lado de la línea estaba lo que a la postre sería mi récord de trucha arco iris: un hermoso macho de 73 cm. La alegría de haberla vencido sólo puede compararse con la emoción y el agradecimiento al verla alejarse lentamente hacia la seguridad de la profundidad de la laguna.

En todos los pesqueros tuvimos buenas respuestas, pero es innegable que a comienzo de temporada es más difícil pescar con mosca seca, así que quedará pendiente para otro relevamiento más adelante en alguna temporada futura en la que decidamos volver a estos increíbles pesqueros cercanos a Esquel.

Equipos empleados

Caña 6 Thomas & Thomas con línea de flote y de hundimiento sinking tip 200

Caña 7 ECHO con línea de hundimiento 300